Escribía Karmelo Iribarren sobre los bares…
‘Las ciudades se han puesto difíciles
últimamente,
son frías
y solitarias,
han perdido calidez;
pero aún nos quedan los bares,
esos sitios
oscuros
que se encienden
cuando se apaga todo lo demás,
esos rincones con alma,
con auténtico calor;
quién sabe
si ya el último refugio
desde el que abrir fuego otra vez.’
La Sede es el nombre ficticio, de un bar llamado ADC. Convertido en refugio, durante el contexto temporal de la
pandemia.
Pero allí no pretendíamos abrir fuego, ni disfrutábamos de la poesía.
Allí íbamos cada fin de semana a pasarlo bien, una y otra vez.
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